Por Maxence Smaniotto / Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
La muerte de Kentaro Miura, el legendario creador de la saga de Berserk, nos da la oportunidad de reflexionar sobre el manga como un fenómeno total. El manga esta lejos de ser un simple entretenimiento dirigido a los niños: es antes que nada un medio donde se ha reflexionado una gran cantidad de temas que van desde la política hasta las relaciones humanas, desde la historia hasta los problemas que desatan las nuevas tecnologías, desde la lucha de clases hasta la naturaleza humana. Y por eso Berserk es importante, pues en sus páginas se refleja la crisis de nuestro tiempo. Aun así, también brilla la luz de esperanza. Esta luz se encarna en el héroe Guts y su ética.
El manga como fenómeno total de la cultura japonesa
Kentaro Miura está muerto; adiós a Guts.
Su muerte repentina, ocurrida este 6 de mayo, significa la desaparición de uno de los grandes pilares del manga y, consecuentemente, de su avatar Guts. Su muerte nos brinda la oportunidad para pensar no solo en la obra maestra de este autor, Berserk, sino también en el manga en sí. Porque existe un misterio en este arte y es precisamente ese misterio el que fascina al lector occidental: ¿cuál es el espíritu que da nacimiento a estos dibujos tan característicos y cuya intriga a menudo nos produce vértigo? Ciertamente existe algo profundamente religioso en el manga, a pesar de que se lo clasifica normalmente como un simple entretenimiento para los niños, los adolescentes y los adultos socialmente inadaptados. Sin embargo, uno puede preguntarse qué tan pueriles son las terribles cuestiones morales que sondea Death Notes, los problemas religiosos y existenciales que impregnan Evangelion, las tensiones político-sociales de Jin-Roh o incluso las referencias a la literatura y la ética japonesa que aparecen en Dragon Ball.
En el manga aparecen cosas como el código de honor, la política, la amistad, el amor, el ocio, la filosofía, la guerra, el existencialismo, las luchas sociales, la sexualidad… es, por lo tanto, el fenómeno cultural y total por excelencia del mundo japonés; todo confluye en su interior: el manga es el espejo de como los japoneses conciben el mundo. El manga es un retrato de Japón.
Los mangakas como herederos de la tradición japonesa
¿Quiénes son los mangakas? Stajanovistas que solo la disciplina japonesa, basada en siglos de trabajo, puede producir. Los monjes se inclinaban ante sus ilustraciones, pues los mangakas estaban totalmente dedicados a su tarea, llegando incluso (en la mayoría de los casos) al agotamiento físico y mental. Velas que se consumen en el ascetismo. Este es el ideal de muchos mangakas, como nos lo recordó en algún momento Miura mismo, ya que murió debido a una disección aórtica aguda provocada por la hipertensión y el agotamiento: « El destino de los mangakas de la época Shôwa (1) es morir pegados a una mesa ». Un escritor debe morir con la pluma en la mano; un pintor sosteniendo un pincel. Un buen cineasta debe pensar en cómo filmar la escena de su propia muerte.
El mangaka es el heredero por excelencia de la milenaria cultura japonesa y de todo el Este de Asia (siembre han sido muy comunes los intercambios entre China, Corea y Japón tanto a un nivel literario como artístico). Eso es muy evidente en muchas obras que se inspiran directamente en la cultura local japonesa y especialmente en los trazos de los dibujos que surgen del emakimono, es decir, de pergaminos en los que la pintura y los textos se combinan para crear una narración. Este arte apareció en el siglo VIII, durante el período Nara, cuando el archipiélago japonés experimentó un floreciente desarrollo artístico.
La apertura forzada del Imperio japonés ante el poder militar estadounidense en 1854 obligó a los japoneses a enfrentarse a Occidente. Con tal de evitar que la Modernidad occidental destruyera los cimientos de su sociedad, Japón llevó a cabo una modernización forzada adaptada a su propio contexto particular. No obstante, esto conllevó grandes sacrificios, como lo fue el caso de la abolición de la clase guerrera de los samuráis, la cual gobernó el Japón feudal durante siete siglos.
Las relaciones entre Occidente y Japón fueron, en todo caso, bidireccionales. Japón descubrió Occidente, pero Occidente también descubrió Japón. Se trató de una fascinación mutua: el manga y el anime están plagados de referencias a muchas tradiciones occidentales, especialmente en todo lo que se refiere al fuerte gusto que tienen por el catolicismo, la Edad Media, el Reino Unido de la época victoriana y la historia de Francia entre los siglos XVII y XIX. El imaginario colectivo japonés cree que Francia comienza con Luis XIV y termina con Baudelaire. Francia es el hermoso país de la Torre Eiffel, Notre-Dame de Paris y Versailles; no el HLM o Jeff Koons paseando por los Campos Elíseos.
Además, pese a su fachada muy peculiar y hasta excéntrica, el manga es profundamente anti-moderno, especialmente cuando pretende exaltar universos hiper-tecnológicos y futuristas. El género mecha, que es conocido por hacer historias de peleas acerca de robots gigantes (Gundam, Mazinger Z), no es otra cosa que una proyección futurista de la lucha de los samuráis que reproduce sus armaduras, katanas y códigos de honor, haciendo claras referencias al Hagakure, libro guía de la espiritualidad de los guerreros japoneses escrito en el siglo XVIII. En cambio, otros mangas que hablan de la tecnología se dedican denunciar los excesos y la forma en que esta modifica irreversiblemente la naturaleza humana. Esto lo vemos en dos piedras angulares de este género como los son Akira y Ghost in the Shell.
Kentaro Miura y el Marqués de Sade como testigos de su época
La muerte de Kentaro Miura nos ha condenado a nunca conocer el final de Berserk (2), que para el manga es equivalente a los libros del Marqués de Sade en el campo de la literatura: es todo un hito, el momento en que se pone fin a una época.
Seriamos incapaces de entender a Miura y a Sade si antes no conocemos la época histórica que los vio nacer respectivamente. Aunque se trata contextos muy diferentes (o quizás no, ya que Francia es el segundo país que tiene mayor cantidad de lectores de manga… quizás estos vínculos entre Francia y Japón merecerían ser explorados más exhaustivamente), de todas formas, existen algunos paralelos muy sorprendentes. Sade escribió durante el periodo en que la monarquía francesa estaba en decadencia, un poco antes de que esta fuera barrida por la sangre y el terror desatado por la Revolución de 1789; Miura publicó el primer volumen de Berserk en octubre de 1989, año en que cayó el Muro de Berlín y se puso fin al mundo que había nacido de la Segunda Guerra Mundial. Este mundo estuvo determinado por el enfrentamiento entre el mundo liberal y estadounidense contra el mundo socialista y soviético.
Ambos autores tienen en común lo siguiente: describen universos caóticos, perversos y sanguinarios en donde la virtud es pisoteada de la forma más espantosa y abyecta por las élites. La nobleza del universo Berserk es decadente, corrupta y repugnante, siempre dispuesta a aliarse con las fuerzas del Caos y destruirlo todo. Sade invierte por completo la moral: el mundo es dominado por la mierda, el esperma, el placer y la violencia. Así es el mundo tal y como lo concibieron estos dos escritores: Miura describe el terrible triunfo del liberalismo estadounidense que ahora domina sobre las ruinas de un socialismo fallido, mientras que Sade nos habla del colapso político, moral y religioso del Antiguo Régimen francés.
También existen muchas diferencias entre los dos autores. Miura nunca estuvo del lado de las élites ni de las fuerzas del Caos (los « apóstoles » o las cinco entidades divinas de la Mano de Dios) contra quienes lucha el héroe principal de la historia: Guts. En cambio, Sade se pone del lado de la monarquía decadente que pronto dará nacimiento a la Revolución; o, más bien, Sade satisface sus fantasías por medio de esta « filosofía del tocador ».
Guts: el héroe que se rebela contra el mundo
Miura es mucho más « optimista » que Sade. Guts siempre será uno de los grandes arquetipos del héroe que nació en este horrible final del siglo XX y que habita este grotesco siglo XXI. Guts es uno de los pocos antihéroes, junto con Tyler Durden del Club de la Pelea, en que todos los geek de las grandes metrópolis, tanto “faf” como “antifa”, admiran por igual. Guts toca las cuerdas más profundas del alma humana: no se rinde ante su lado oscuro, en cambio, usa esa maldad para luchar contra el Caos y nunca hace compromisos con él. Lo pureza (o la búsqueda de la pureza) está siempre presente en los héroes de Berserk, pero no en los de Sade; la heroína de Sade, Justine, es torturada y humillada constantemente hasta que por fin muere golpeada por un rayo.
La amistad, el amor, la lealtad y la rebelión contra la tiranía son temas que aparecen en la obra de Kentaro Miura. Todos ellos son sentimientos primordiales y profundamente anti-modernos que están ausentes del discurso neoliberal que domina en Occidente. En Occidente estos valores son subvertidos y ridiculizados para deconstruir por completo al individuo y hacerlo dependiente del Sistema. Este Sistema ofrece como paliativos el Estado, Netflix, Meetic, el entretenimiento, los psicofármacos… Berserk, muy por el contrario, hace que el lector vuelva a la Edad Media donde la única salida es luchar y ser fiel a una Causa que busca imponer el bien. Por supuesto, abundan muchas referencias a la naturaleza humana y la violencia, pero, en última instancia, Miura hace que sus personajes tomen una decisión que es a la vez bastante simple y terrible: elegir un bando y asumir la responsabilidad por tomar esa decisión. O te conviertes en un apóstol monstruoso o defiendes a los oprimidos por todos los medios disponibles y no les pides nada a cambio: esa es la elección.
Guts es un caballero solitario y trágico que tuvo que soportarlo todo. Nace de una madre ahorcada, es criado por mercenarios, aprende a matar desde que era niño, es violado por uno de sus compañeros y luego traicionado por el líder de los mercenarios a quien veía como su padre. Posteriormente es traicionado de nuevo por el jefe de otra compañía de mercenarios en la que comenzó su epopeya: Griffith. Este último sacrificó a todos sus conocidos para convertirse en uno de los miembros de la monstruosa Mano de Dios. Guts también podría haber sacrificado todo y de ese modo convertirse en un monstruo. Pero no lo hace. Ningún lector de Berserk podría permanecer indiferente ante el sufrimiento de Guts: pasa de estar aturdido, desconcertado, con su brazo atrapado entre los colmillos de un demonio, mientras es obligado a ver a su amada Casca ser violada por criaturas abominables y, finalmente, como Griffith, transfigurado en una criatura semi-divina, se aprovecha de ella. Al final Guts utiliza su espada para cortarse el brazo y se lanza contra Griffith, el traidor, que de ahora en adelante será su némesis. ¿Cuántos nobles no habrán surgido de la Revolución jacobina y luego del Imperio napoleónico y finalmente de la Restauración? ¿Cuántos apparatchiks soviéticos no se convirtieron en oligarcas? ¿Cuántos maoístas de mayo del sesenta y ocho no se volvieron feroces atlantistas? Nuestras élites están compuestas por Griffiths que venden sus almas en todo momento.
Afortunadamente, todavía quedan algunos Guts.
Notas:
1. La era Shôwa indica el reinado del emperador Hirohito, y se extiende desde 1926, la fecha de acenso del emperador al trono, hasta 1989, el año de su muerte. Debe quedar claro que Miura se refiere a este periodo de tiempo.
2. Según las últimas noticias, es posible que la saga continúe, ya que Kentaro Miura dejo algunas notas e indicaciones de como terminaría la historia.
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